Mientras algunas ciudades aún no saben cómo integrar los patinetes eléctricos y las bicis compartidas, otras llevan años tomando decisiones acertadas. ¿Quién lo está haciendo bien en España?
Bilbao: apuesta integral por la movilidad sostenible
Bilbao ha pasado de ser una ciudad muy centrada en el coche a convertirse en un ejemplo de planificación urbana pensada para peatones, bicis y VMP. Su orografía no lo ponía fácil, pero la implantación de la bicicleta eléctrica y el patinete ha crecido de forma notable gracias a una infraestructura bien pensada.
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Puntos destacados:
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Red de carriles bici en continua expansión y bien conectada.
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Sistema público de bicicletas eléctricas muy utilizado.
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Limitación de velocidad a 30 km/h en toda la ciudad, lo que facilita la circulación segura de VMP.
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Integración de carriles bici con áreas peatonales y transporte público.
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Punto fuerte: Bilbao ha conseguido que el VMP sea una opción real para el día a día, incluso en un terreno con cuestas, gracias a su combinación de infraestructura, regulación y acceso a vehículos eléctricos.
Barcelona: regulación clara y carriles protegidos
Barcelona fue una de las primeras ciudades en España en regular el uso de patinetes eléctricos y bicicletas compartidas. Y aunque al principio hubo cierta confusión, ahora cuenta con una normativa bastante clara.
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Puntos destacados:
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Más de 250 km de carriles bici, muchos segregados del tráfico.
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Sistema de bicicletas eléctricas públicas, con estaciones en toda la ciudad.
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Zonas 30 que favorecen el uso de VMP.
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Integración con otros medios de transporte y planes de movilidad escolar.
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Punto fuerte: Barcelona entiende que, sin infraestructuras seguras, los VMP no tienen futuro.
Valencia: intermodalidad y espacio ganado al coche
Valencia ha dado un salto enorme en los últimos años. Con una apuesta decidida por la movilidad activa, ha reordenado calles para dar más espacio a bicis y patinetes.
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Puntos destacados:
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Red ciclista bien conectada y en crecimiento.
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Fomento del uso de la bicicleta eléctrica con ayudas municipales.
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Aparcamientos para VMP en estaciones de metro y puntos clave.
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Cultura ciudadana cada vez más receptiva.
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Punto fuerte: Valencia ha apostado por la intermodalidad real, facilitando el paso del coche a medios más sostenibles.
Sevilla: una red ciclista que sigue marcando el paso
Sevilla fue pionera en el desarrollo de carriles bici en España y sigue adaptándose al auge de los VMP con bastante acierto.
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Puntos destacados:
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Red de carriles bici consolidada desde hace más de una década.
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Sistema público de bicicletas, con progresiva electrificación.
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Aceptación cultural: los sevillanos usan los VMP con naturalidad.
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Calles con prioridad para los peatones en muchos barrios, ideales para patinetes.
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Punto fuerte: Sevilla demuestra que una buena red ciclista es la mejor base para incorporar los VMP.
Zaragoza: movilidad eléctrica para todos
Zaragoza ha sido una ciudad muy activa en la promoción de la movilidad sostenible, incluyendo el uso de VMP como parte de su ecosistema urbano.
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Puntos destacados:
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Amplia red de carriles bici y zonas 30.
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Sistema público de bicicletas eléctricas.
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Integración tarifaria con el transporte público.
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Sensores y sistemas de movilidad inteligente.
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Punto fuerte: Zaragoza combina infraestructura física y tecnología para hacer fácil moverse en VMP.
Vitoria-Gasteiz: planificada para moverse a pie… y en VMP
Aunque más conocida por su modelo de ciudad “caminable”, Vitoria-Gasteiz también ha sabido abrir hueco a los VMP sin sacrificar la convivencia.
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Puntos destacados:
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Red de calles de tráfico reducido con prioridad peatonal.
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Carriles bici conectados, aunque discretos.
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Gran cantidad de aparcamientos para bicis y VMP.
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Campañas de educación vial y convivencia.
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Punto fuerte: Vitoria demuestra que una ciudad pensada a escala humana facilita el uso responsable de los VMP.
¿Y Madrid? Avances... pero sin liderar
Madrid ha mejorado en los últimos años en materia de movilidad personal, pero sigue sin ser un referente claro en la integración de los VMP. A pesar de contar con más recursos y visibilidad que otras ciudades, la capital avanza a medio gas, sin una estrategia verdaderamente cohesionada.
Aspectos positivos:
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El sistema público de bicicletas eléctricas es uno de los más ambiciosos del país.
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Se han creado nuevos carriles bici en zonas clave, como la Castellana.
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Se permite subir patinetes al metro en ciertos horarios.
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Existen zonas delimitadas para estacionar patinetes de alquiler, evitando que se acumulen en las aceras.
Pero también hay importantes carencias:
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Muchos carriles bici están inconexos, mal señalizados o invadidos por vehículos.
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Fuera del centro, la infraestructura para VMP es escasa o inexistente, especialmente en los barrios periféricos.
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La normativa es confusa y no siempre se aplica con coherencia.
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Falta una campaña educativa potente sobre uso responsable y convivencia.
Madrid no lo está haciendo mal, pero tampoco lidera. Tiene el potencial para convertirse en una ciudad amigable con los VMP, pero para eso necesita una visión más ambiciosa, mejor comunicación y, sobre todo, una red conectada que realmente invite a moverse sin coche.
No se trata solo de que circulen más bicis y patinetes eléctricos. Se trata de repensar la ciudad y hacerla más segura para todos.
Usar un VMP en ciudad implica convivir con coches, autobuses, peatones y otros usuarios. Por eso, además de conocer la normativa de VMP y circular de forma responsable, contar con un seguro específico para VMP que cubra desde responsabilidad civil hasta asistencia en viaje es una forma inteligente de protegerse ante imprevistos. Una tranquilidad extra para disfrutar de la movilidad urbana sin sobresaltos.
Para más información:
Top 10: Ranking de ciudades españolas en movilidad sostenible


