La Navidad es una época de luces, villancicos… y pequeños desastres. Cada año, miles de personas acaban en urgencias por percances que parecen sacados de una comedia familiar: caídas al poner la estrella del árbol, cortes al partir el turrón o resbalones en la acera con bolsas de regalos. La mayoría no son graves, pero sí lo bastante molestos como para recordarte que, entre tanto espíritu festivo, conviene mantener un poco de sentido común.
1. Cuando el salón se convierte en zona de riesgo
Diversos estudios afirman que el 30% de los hogares españoles sufren accidentes domésticos en Navidad, lo que constituye un aumento considerable de este tipo de accidentes. Las escaleras improvisadas para la decoración navideña, las velas cerca de las cortinas o los cables mal colocados son los clásicos de estas fechas.
Uno de los más comunes: el valiente que decide colgar las luces del árbol subido en una silla inestable. El segundo, el que quiere alcanzar el último adorno en lo alto de la ventana. Y el tercero, el cocinillas que intenta cortar el jamón con un cuchillo de sierra sin fijar la pieza. Todos con el mismo resultado: un tropiezo, un corte o una torcedura que acaba con la familia en urgencias.
No es cuestión de miedo, sino de física básica: lo que sube (al árbol) suele bajar más deprisa de lo previsto.
2. Cocina navideña: campo de batalla
La Navidad es la época donde se suelen producir más cortes y quemaduras domésticas del año. El motivo es simple: estrés, prisas y multitarea.
Mientras el horno se calienta, alguien corta verduras, otro mueve la bandeja y el móvil suena con el clásico “¿traigo el postre?”. El caos perfecto para que el aceite salpique o el cuchillo resbale.
Los expertos recomiendan no cocinar con mangas largas, usar guantes de cocina gruesos y mantener los mangos de las sartenes hacia dentro. Pero claro, en la práctica eso se recuerda justo después del susto.
Cuidado con las intoxicaciones alimentarias y los atragantamientos, que registran un 17 y un 16%, respectivamente, de las situaciones conflictivas en las navidades.
3. La calle: hielo, prisas y bolsas traicioneras
Fuera de casa, la Navidad tampoco da tregua. Con el frío llegan los resbalones en aceras heladas, sobre todo en el norte de España y en las madrugadas festivas.
A eso se suman las caídas en centros comerciales, escaleras mecánicas saturadas y atropellos leves en pasos de peatones. Las compras navideñas se hacen con prisa y distracción, y a menudo con las manos ocupadas en bolsas. No ayuda mucho el calzado invernal con suelas lisas ni las aceras brillantes tras la lluvia. Por eso es fundamental leer estos consejos
Un clásico: quien intenta correr tras el autobús cargado de regalos… y termina estrenando escayola.
4. Las luces, las velas y la electricidad navideña
Las luces son bonitas, sí, pero no siempre inocentes. Cada año los bomberos atienden decenas de pequeños incendios provocados por cortocircuitos o regletas sobrecargadas.
Los cables viejos o las conexiones improvisadas con cinta adhesiva convierten el salón en un laboratorio de riesgo. Si además hay una vela decorativa cerca del papel de envolver, la combinación es peligrosa.
Un consejo básico (y poco navideño, pero útil): revisa que las luces tengan marcado CE, no conectes más de dos guirnaldas por enchufe y apágalas antes de dormir. Las luces LED gastan menos, pero no son infalibles.
5. Fiesta, alcohol y pequeñas imprudencias
El exceso de entusiasmo también pasa factura. En las celebraciones de Nochebuena o Nochevieja aumentan los accidentes leves relacionados con el consumo de alcohol: tropezones, caídas en la calle o golpes al bailar.
Los servicios de emergencias urbanos reportan cada año un repunte de accidentes por caídas en vía pública durante las madrugadas del 25 de diciembre y el 1 de enero.
Y aunque las bromas con petardos o bengalas parecen inofensivas, las quemaduras en manos y cara son más comunes de lo que se cree, especialmente en menores. Mejor dejar el espectáculo pirotécnico para profesionales o, al menos, para exteriores y lejos de cortinas y botellas abiertas.
6. Humor, precaución y un poco de sentido común
Lo curioso de los accidentes navideños es que casi todos se pueden evitar con medidas de precaución simples: usar escaleras estables, limpiar los derrames al instante, caminar sin prisas y mantener los pasillos despejados.
El sentido común, ese invitado que a veces no llega a la cena, sigue siendo el mejor aliado para no estrenar el año con una escayola o un esguince.
Y si ocurre el percance —porque siempre hay alguno—, al menos quedará la anécdota para las sobremesas del año siguiente: “¿Te acuerdas del año que se cayó el árbol encima del gato?”.
7. Mejor prevenir… y estar cubierto
Las fiestas navideñas están hechas para compartir risas, no para pasar horas en la sala de espera. Pero si algo se tuerce, contar con un seguro de accidentes puede marcar la diferencia: cubre los imprevistos domésticos y los incidentes fuera de casa que pueden arruinar las vacaciones.
No se trata de pensar en lo peor, sino de disfrutar sabiendo que, si pasa lo improbable, todo quedará en un susto.
Porque la mejor decoración navideña es la tranquilidad.
Para más información:
Los accidentes domésticos más comunes durante las navidades


