Caminamos por la ciudad sorteando coches, escaparates y conversaciones…, pero tropezamos con lo invisible. No con un fantasma, sino con esa baldosa que parecía estar bien, con el bordillo que estaba un poco más alto o con el patinete que no vimos venir. Invisibles no son, pero nuestras prisas o distracciones los borran del mapa justo cuando más importan.
Y entonces sucede lo que nadie espera: una caída en plena calle, con todo su repertorio de golpes, sustos y consecuencias. El número de muertes por caídas en el año 2022 fue de 3.800, con un incremento de 135 personas respecto a 2020.
La ciudad, un escenario lleno de sorpresas
Aunque solemos pensar que los accidentes ocurren en casa o al volante, las caídas en la vía pública son más frecuentes de lo que imaginamos. Y muchas veces nos toman por sorpresa en espacios que transitamos todos los días, donde damos por hecho que “todo está controlado”.
Las zonas urbanas están llenas de pequeños elementos que pueden convertirse en obstáculos invisibles:
-
Aceras irregulares o desgastadas por el paso del tiempo.
-
Tapas metálicas o rejillas con desniveles.
-
Mobiliario urbano mal ubicado o poco visible.
-
Señalizaciones temporales de obras, colocadas sin mucha lógica.
-
Patinetes, bicicletas y otros objetos olvidados en mitad del paso.
Y aunque todos estamos expuestos, las personas mayores, los niños y quienes caminan distraídos son especialmente vulnerables. Una caída puede ocurrir por mil motivos, pero el resultado suele ser el mismo: susto, dolor y un cambio inesperado en la rutina.
Una caída puede ser más que un susto
A menudo se subestima el impacto de una caída. Se piensa que es un tropezón sin importancia… hasta que aparecen las consecuencias:
-
Esguinces o torceduras que requieren inmovilización.
-
Fracturas en muñecas, brazos o caderas, muy frecuentes en personas mayores.
-
Contusiones, heridas, hematomas e incluso traumatismos craneales en los casos más graves.
A esto hay que sumar el impacto emocional y logístico: tener que acudir a urgencias, reorganizar el día, cancelar compromisos o incluso necesitar ayuda para tareas cotidianas durante días o semanas.
En casos más serios, puede implicar rehabilitación, baja laboral, gastos médicos imprevistos e incluso dependencia temporal de otras personas.
Ver lo invisible: claves para evitar una caída
No podemos controlar el estado de todas las calles, pero sí podemos adoptar hábitos que reduzcan el riesgo:
-
Caminar con atención al entorno, especialmente en zonas con tráfico peatonal intenso, obras o superficies irregulares.
-
Evitar mirar el móvil mientras caminamos, por tentador que sea. Es uno de los factores de riesgo más infravalorados.
-
Usar calzado cómodo, cerrado y con suela antideslizante, especialmente si se camina con frecuencia por la ciudad.
-
En el caso de personas mayores, valorar ayudas como bastones, calzado ortopédico o acompañamiento.
-
Evitar calles mal iluminadas por la noche, y elegir rutas conocidas cuando sea posible.
-
En días de lluvia o frío, tener especial cuidado con las baldosas, rampas o escaleras, pueden volverse peligrosas con la humedad o la escarcha.
Además, estar atentos a los cambios temporales (obras, eventos, andamios, etc.) es fundamental, ya que pueden alterar rutas habituales sin previo aviso.
¿Y si tropiezo de verdad?
Si has sufrido una caída en plena calle, lo primero es mantener la calma y valorar la situación:
-
Si el golpe es fuerte o hay dolor intenso, no te levantes de inmediato. Pide ayuda y llama al 112 si es necesario.
-
Incluso si parece leve, es recomendable acudir a un centro médico para una revisión.
-
Guarda cualquier prueba que pueda ser útil después: partes médicos, fotografías del lugar, testimonios si los hay.
Por supuesto, no olvides contactar con tu compañía de seguros. Puede hacer mucho por ti.
Tu seguro de accidentes: un respaldo cuando lo invisible se cruza en tu camino
Nadie espera caerse en una acera conocida. Pero cuando ocurre, agradeces tener un respaldo que no se ve, pero se nota. Un buen seguro de accidentes no solo actúa cuando el daño ya está hecho, sino que facilita la recuperación:
-
Pruebas médicas y asistencia sanitaria.
-
Gastos derivados de la rehabilitación.
-
Indemnización por días de baja o incapacidad.
-
Servicios de apoyo para el hogar o traslados en caso necesario.
Contar con un seguro de accidentes es como llevar un paracaídas en la mochila: no se nota… hasta que lo necesitas.
Ciudades más seguras, peatones más atentos
Aunque no todo depende de nosotros, como ciudadanos podemos hacer pequeñas cosas para evitar grandes problemas:
-
Avisar al ayuntamiento cuando detectamos un punto de riesgo evidente.
-
No dejar objetos en mitad de aceras o portales.
-
Aparcar correctamente bicicletas, patinetes o carritos.
-
Educar a niños y mayores para caminar con atención, sin distracciones innecesarias.
Cada gesto cuenta para que lo invisible vuelva a ser visible, y el espacio urbano se convierta en un entorno más seguro para todos.
Para más información:
Causas y riesgos de las caídas