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29/12/2020 (actualizado: 07/03/2021)

Una Ley para 125 millones de contratos de seguros, una Ley para ti

En el mundo asegurador, este año 2020 estamos de aniversario. Nada menos que 40 años cumple la Ley de Contrato de Seguros (LCS); el texto legal que, como su propio nombre indica, regula y gobierna las relaciones contractuales por las cuales el asegurador se compromete a asumir riesgos a los que está sometido su cliente. No es fácil para una ley llegar a cumplir tantos años. Nuestro Código Penal, sin ir más lejos, tiene 15 años menos.

Y no es fácil, sobre todo, teniendo en cuenta la enorme realidad que recae sobre las espaldas de esta LCS. Entre unas cosas y otras, en España, si alguien lograse juntar todos los contratos de seguro que hay y los colocase uno sobre otro, podría llegar a acumular una montaña de papel de unos 150 pisos. Una altura bastante parecida al Burj Khalifa de Dubái, el edificio más alto del mundo.

En España, en efecto, hay, más o menos, unos 125 millones de contratos de seguros. Sólo en seguros de vida individual hay unos 23 millones y medio de contratos; si tuvieses que firmar al pie de cada uno de ellos, estarías 7,5 años escribiendo. Pero, vaya, si crees que con eso está todo dicho y que ya puedes descansar la mano, detrás vendrían los contratos de seguros distintos del de vida, que son unos poquitos más: sólo 100 millones de nada.

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En España, en efecto, existen unos 26 millones de contratos de seguro del automóvil, que aseguran a unos 32 millones de vehículos; o más de 5 millones de contratos de seguro de salud, que aseguran a más de 10 millones de personas. La mitad de la población española figura con su nombre y apellidos en alguno de los 9,4 millones de contratos de seguro de decesos. Se firman al año unos 6 millones de contratos de asistencia en viaje, 2 millones de responsabilidad civil, 285.000 de transporte de mercancías… Hay donde elegir.

Todas estas relaciones son reguladas por una ley que tiene 40 años de eficiencia a sus espaldas. Eficiencia que se demuestra por el escaso nivel de litigiosidad que genera el seguro, comparado con ese ingente volumen de contratos.

¿Tiene retos esa ley? Los tiene, claro. El principal de ellos, adaptarse a los tiempos de las relaciones digitales y las nuevas formas de aseguramiento. El mundo está cambiando, el seguro debe cambiar con él y, conforme cambie el seguro, se hace necesario que también lo haga su ley de contrato, para que de esta forma no opere de freno a la innovación. Esto, sin embargo, no es nuevo. El seguro se enfrenta hoy a los retos de la digitalización. Pero antes se enfrentó a otros retos, como las relaciones telefónicas, y pudo adaptarse a ellos porque tenía un entorno regulador que, si bien necesitado de adaptaciones, en su esencia es sólido y coherente. Por ello, esperamos que nuestra veterana Ley de Contrato sepa, una vez más, rejuvencerse.

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