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15/03/2023 (actualizado: 15/03/2023)

Comprar con cabeza pensando en el medio ambiente

 

Vivimos en una sociedad de consumo lineal, pero cada vez se está extendiendo más el concepto de economía circular, que significa dar otra vida a los productos que sean de nuestra propiedad para crear un valor añadido. Es decir, que pueden compartirse con otras personas, repararse, reutilizarse de alguna otra manera o reciclarse, para evitar tirarlos a la basura.

 

Consumidor pasivo y consumidor responsable

En cuanto a los consumidores hay dos tipologías: el consumidor pasivo y el consumidor responsable.

El consumidor pasivo es el que, a la hora de comprar, se deja llevar por caprichos, por ofertas que le quedarán grandes, o cosas parecidas. Compra más con el corazón, por emociones, y no es consciente de las consecuencias económicas, sociales y medioambientales que puede generar.

El consumidor responsable es aquel que en el momento de tomar la decisión de compra piensa en lo que necesita realmente, qué producto es el que se ajusta a lo que precisa, cuál es la cantidad adecuada y, tiene en cuenta un factor muy importante: cómo se produce.

Si al concepto de economía circular antes comentado, le añadimos el de consumidor responsable, el resultado será muy beneficioso tanto para nosotros como para el planeta.

 

La importancia de reducir nuestra huella ecológica

Todos somos actores principales en el objetivo de conservar el planeta. La huella ecológica de cada persona es muy importante y por eso debemos estar especialmente sensibilizados para cuidarla y reducirla.

El consumo de las bolsas de plástico de un solo uso se ha reducido un 85% desde 2009. Ya vemos a muchas personas que llevan sus propias bolsas, táperes y envases para evitar el consumo de bolsas de un solo uso.

La principal recomendación para ser un consumidor más responsable es de sentido común y consiste en evitar las compras compulsivas.

Siempre es mejor a la hora de comprar, ya sean alimentos u otro artículo, el concepto de proximidad. Si el origen de un alimento es de un país muy distante, el transporte para su traslado y distribución ha originado un alto grado de CO2 en su transporte y distribución. Ahí entra la huella de carbono personal que generamos sin darnos cuenta.

A la hora de comprar un mueble o un electrodoméstico, hay que mirar su etiqueta energética. Los más eficientes podrían parecer algo más caros pero, dada su larga vida, en el cómputo final apenas hay diferencia e incluso, puede ser más barato y las emisiones, mucho menos contaminantes.

 

Por todo ello, y dentro del marco de la sostenibilidad, todas las acciones dirigidas en este sentido a la conservación del medio ambiente merecen y necesitan cualquier esfuerzo.

 

 

 

Fuentes consultadas:

Economía doméstica

Desarrollo sostenible, consumo responsable

7 claves para comprar con cabeza

Nueva llamada a la acción