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04/08/2016 (actualizado: 23/12/2020)

¡Almas gemelas!

Esta es la historia que nos contó Emilio A. F., taxista desde hace más de veinticinco años, y que hace más o menos cinco le pasó lo siguiente:

Iba una tarde de esas, como tantas otras en las que no pasa nada, con mi coche esperando coger pasajeros. Como siempre, iba con Radio Clásica que, además de que me encanta la música clásica, me ayuda a digerir las situaciones de agobio y estrés que produce la conducción por Madrid.

Muy pocos viajeros han hecho referencia al tipo de música que llevo, algunos la aprecian y me hacen algún comentario agradable y me dan las gracias por proporcionarles un rato de música “culta” durante el trayecto, pero lo que me pasó con D. Miguel fue más allá, mucho más allá.

Esa tarde yo no tenía muchas ganas de hablar porque me dolía el estómago, las comidas rápidas y grasientas, que a veces los taxistas no tenemos más remedio que engullir, no me sientan nada bien, pero subió un cliente al taxi y enseguida me dijo algo acerca de la música clásica. Y no se si precisamente para olvidarme de mis dolores gástricos o porque me gusta charlar sobre la música, me puse a hablar con él.

teatro-zarzuela

 

Mi compositor favorito es Brahms, dije categóricamente.
- Igual que a mi. Me parece que la tercera de Brahms es maravillosa, añadió.
- A quién no me pierdo nunca por las tardes es a Fernando Argenta, continué.
- Igual que yo, siempre que puedo, nunca me lo pierdo. Me dijo con voz más emocionada.
- Aunque hoy tengo dolor de estómago.
- Igual que yo, aseveró triunfante.

Y nada más acabar esta frase, me dijo solemnemente.
-Usted y yo somos almas gemelas. -Yo sonreí para mis adentros y automáticamente le dije que sí, no iba a llevarle la contraría si se lo estaba tomando tan en serio.
Seguimos hablando de música y al llegar a su casa me dijo si lo podía recoger a las 19,30 h. porque iba a la zarzuela con su mujer.

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Obviamente le dije que si y allí estuve como un reloj, cuál no sería mi sorpresa cuando lo vi aparecer solo.
- Mi mujer no puede venir, su madre se ha puesto un poco mala y ha ido a cuidarla a su casa. ¿Querrá acompañarme al Teatro de la Zarzuela? Para mí será un placer invitarle. -respondí.

Pasados unos segundos de sorpresa, pensé que era una oportunidad única, y claro está, no lo rechacé, y allí nos fuimos los dos a ver “Los sobrinos del Capitán Grant” que por cierto, me gustó bastante y no era una de las que yo tenía en mi repertorio. Aquí está el vídeo por si alguien quiere oírla"Los sobrinos de Capitán Grant":

 

Pero no quedó ahí la cosa. Nos dimos los teléfonos y siempre que le sobraba una entrada me llamaba. Creo que solo le fallé una vez por fuerza mayor: se casaba mi hija.

También me llamaba para que le llevase de un sitio a otro. Alguna vez intenté no cobrarle para compensar un poco sus invitaciones, pero jamás me dejó.

No podemos decir que nos hicieramos amigos como de toda la vida, pero sí tuvimos una relación de esas que solo las puede tener un taxista.

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