¿Pueden los gatos y perros absorber tu estrés? Lo que dice la ciencia sobre el vínculo emocional
Quien convive con un perro o un gato sabe que estos animales no solo perciben nuestro estado de ánimo, sino que parecen reaccionar a él. Una mirada, un cambio de tono de voz o incluso el modo en que caminamos basta para que ellos ajusten su comportamiento. Pero ¿pueden nuestras emociones afectar realmente a su salud? Y más aún, ¿pueden “absorber” nuestro estrés? La ciencia lleva años investigando este vínculo emocional y los resultados son reveladores.
Un vínculo más profundo de lo que pensamos
El concepto de “sincronía emocional” entre humanos y animales no es nuevo. Estudios de la Universidad de Linköping (Suecia) demostraron que los niveles de cortisol —la hormona del estrés— en perros y sus dueños tienden a variar de forma paralela a lo largo del tiempo. Esto significa que, cuando el propietario vive períodos prolongados de tensión, su perro también puede presentar niveles de estrés más altos, incluso sin haber sufrido directamente la causa de esa tensión.
En el caso de los gatos, la investigación es más reciente, pero apunta en la misma dirección. Un estudio publicado en PLOS ONE en 2019 encontró que los felinos que viven en entornos con humanos ansiosos o deprimidos tienden a mostrar más conductas relacionadas con el estrés, como cambios en el apetito, aislamiento o acicalamiento excesivo.
Cómo leen nuestras emociones
Tanto perros como gatos tienen sentidos agudos y una gran capacidad para interpretar señales no verbales. Los perros, por ejemplo, reconocen expresiones faciales humanas y ajustan su conducta según detecten alegría, enfado o tristeza. Los gatos, aunque más sutiles, también responden a nuestro lenguaje corporal y tono de voz, y pueden evitar el contacto si perciben tensión en el ambiente.
Además, los animales perciben cambios fisiológicos que para nosotros pasan inadvertidos: el ritmo y la intensidad de la respiración, la velocidad de nuestros movimientos o incluso variaciones en el olor corporal debido a hormonas liberadas en momentos de estrés o alegría.
Estrés compartido: efectos en su salud
Cuando nuestras emociones negativas son frecuentes o intensas, pueden afectar a nuestras mascotas de forma física y conductual. Entre los efectos más comunes se encuentran:
- Problemas digestivos: El estrés crónico puede alterar la flora intestinal de perros y gatos, provocando diarreas, vómitos o pérdida de apetito.
- Alteraciones del sueño: Mascotas expuestas a entornos tensos pueden dormir menos o tener un sueño menos reparador.
- Problemas de piel: El acicalamiento excesivo en gatos o el rascado compulsivo en perros pueden estar relacionados con ansiedad.
- Cambios de conducta: Miedo, agresividad, conductas destructivas o aislamiento social son respuestas posibles ante un ambiente emocionalmente cargado.
En casos prolongados, esta tensión puede debilitar su sistema inmune, haciéndolos más vulnerables a enfermedades.
¿Absorben nuestro estrés o reaccionan a él?
El término absorber es más coloquial que científico, pero refleja una realidad: las emociones humanas influyen directamente en el bienestar emocional y físico de los animales de compañía. No es que se lleven nuestro estrés como si lo eliminaran de nosotros, sino que lo experimentan a su manera debido a la conexión social y afectiva que han desarrollado con nosotros a lo largo de la convivencia.
En otras palabras, un perro o un gato no cura nuestro estrés cargando con él, sino que puede reflejar y amplificar nuestras emociones. Esta es la razón por la que un hogar tranquilo favorece la calma de la mascota, mientras que un ambiente tenso puede volverla más nerviosa o apática.
Cómo proteger a tu mascota de tus altibajos emocionales
Nadie está libre de pasar por momentos de estrés, pero hay medidas para reducir el impacto en nuestros compañeros animales:
- Mantén rutinas estables: Perros y gatos se sienten más seguros cuando sus horarios de comida, paseos o juego son predecibles, incluso si tú atraviesas una etapa complicada.
- Evita cambios bruscos de comportamiento: Los gritos, movimientos bruscos o el aislamiento repentino pueden confundir y alterar a tu mascota.
- Proporciónales enriquecimiento ambiental: Juguetes, rascadores, zonas de descanso y estímulos adecuados ayudan a mantener su mente ocupada y a reducir el estrés.
- Practica la calma compartida: Ejercicios como acariciarles suavemente mientras respiras de forma pausada pueden beneficiar a ambos.
- Busca ayuda si es necesario: Si notas cambios persistentes en su conducta o salud, acude al veterinario y, si procede, a un etólogo o especialista en comportamiento animal.
Beneficios del vínculo emocional
La buena noticia es que este vínculo funciona en ambas direcciones. Igual que pueden verse afectados por nuestro estrés, también se benefician de nuestras emociones positivas. Los estudios demuestran que interacciones diarias de calidad con nuestros animales —acariciarles, hablarles o jugar— liberan oxitocina tanto en humanos como en mascotas. Esta hormona, conocida como la “hormona del apego”, contribuye a reducir la presión arterial, mejorar el estado de ánimo y fortalecer la conexión afectiva.
Incluso pasear al perro o dedicar tiempo a acariciar a un gato puede actuar como una forma de “mindfulness” natural, ayudándonos a estar presentes y disminuir nuestro propio estrés.
El círculo de bienestar
Podemos pensar en la relación con nuestras mascotas como un círculo de bienestar: cuando cuidamos nuestro equilibrio emocional, también protegemos su salud física y emocional. A su vez, su compañía y afecto nos ayudan a mantenernos más tranquilos y felices.
Por eso, si queremos lo mejor para ellos, el cuidado no debe limitarse a alimentación y visitas al veterinario. También implica ofrecerles un entorno emocionalmente sano, donde puedan sentirse seguros y comprendidos, y contar con un seguro de mascotas que respalde su atención médica en caso de imprevistos, asegurando que reciban siempre los cuidados que necesitan.
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