Los problemas del sueño son muy comunes y pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida.
Los más habituales son:
- El insomnio. Se entiende como la dificultad para conciliar el sueño.
- La apnea del sueño. Aparece cuando la respiración se detiene y se reinicia repetidamente durante el sueño, lo que puede provocar somnolencia diurna y otros problemas de salud.
- El síndrome de piernas inquietas. Se caracteriza por la necesidad irresistible de mover las piernas para aliviar la incomodidad.
- Trastornos del sueño relacionados con el trabajo por turnos. Se refieren a la dificultad para dormir bien cuando se trabaja en horarios irregulares o nocturnos.
Para contrarrestar estas alteraciones en el sueño, existen técnicas y recomendaciones para mejorar la calidad del sueño:
- Establecer un horario regular para dormir y despertarse.
- Crear un ambiente de sueño cómodo y tranquilo, con una temperatura adecuada, poca luz y ruido mínimo.
- Limitar la exposición a la luz brillante antes de acostarse, incluyendo la luz de dispositivos electrónicos.
- Evitar el consumo de cafeína, alcohol y nicotina antes de acostarse.
- Hacer ejercicio regularmente, pero evitar hacer ejercicio intenso justo antes de acostarse.
- No dormir durante el día, a menos que sea necesario por razones de salud.
- Tomar medidas para reducir el estrés, como la meditación, la relajación muscular progresiva o la terapia cognitivo-conductual.
Si no se duerme bien pueden aparecer otros problemas relacionados con la salud, que entre ellos destacamos los siguientes:
- La fatiga, que conlleva una disminución de la concentración y de la productividad, y aumenta el riesgo de accidentes.
- La depresión y el ansia también pueden manifestarse y afecta a las relaciones interpersonales por una dificultad de saber comunicarse efectivamente.
- El aprendizaje y la memoria también se verán afectadas porque el cansancio hará que la energía disminuya y se abandone más rápido cualquier tarea o, si necesitamos memorizar algo, habrá una relajación de la memoria ya que esta no querrá hacer esfuerzos a causa de la fatiga del cuerpo y la mente.
Todos hemos sentido alguna vez estos síntomas, pero de manera intermitente o esporádica, y los consideramos como problemas leves, pero si no los tratamos se pueden convertir en graves y es muy posible que redunden en problemas de salud, como son, por ejemplo:
- La falta de sueño puede aumentar la presión arterial y la frecuencia cardíaca, lo que puede poner más estrés en el sistema cardiovascular.
- Se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Esto se debe en parte a que la falta de sueño puede afectar la forma en que el cuerpo procesa la glucosa, lo que puede llevar a niveles elevados de azúcar en la sangre y a una resistencia a la insulina.
- La obesidad puede resultar ser otra consecuencia de no dormir bien. Esto se debe en parte a que la falta de sueño puede alterar los niveles de las hormonas que regulan el apetito, lo que puede hacer que una persona tenga más hambre y antojos de alimentos ricos en calorías y grasas.
Que no nos quiten el sueño
Hemos visto como la falta de sueño origina diversos problemas a vigilar, ya sean graves o leves. Por eso, en cuanto nos demos cuenta de que no dormimos bien debemos tomar medidas inmediatamente porque, de una manera u otra, afectan a nuestra salud y por lo tanto a nuestra calidad de vida. La solución pasa por acudir a un especialista como habíamos recomendado anteriormente.
Una vez diagnosticado el trastorno del sueño, el médico especialista ofrece un tratamiento personalizado, que puede incluir cambios en el estilo de vida, como la pérdida de peso o la modificación de los hábitos de sueño, terapia conductual, dispositivos de presión positiva continua en las vías respiratorias, para tratar la apnea del sueño, y en algunos casos, medicamentos recetados siempre por un médico.
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