Tomar el sol es una sensación gratificante como pocas, pero es esencial ser consciente de los peligros de la exposición solar y adoptar medidas preventivas para disfrutar del sol del verano de una manera segura y saludable.
- Beneficios de la luz solar
La luz solar directa es esencial para la producción de vitamina D en nuestros cuerpos para absorber el calcio y el fosfato de los alimentos. Esto nos permitirá tener huesos, dientes y músculos sanos, independientemente de la edad. Un estudio reciente mostró que tomar vitamina D mejoró la fuerza muscular en los atletas, posiblemente al estimular el crecimiento de las células musculares. Investigaciones también muestran que las personas con niveles muy bajos de vitamina D tienen un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas, diabetes y demencia.
Por otra parte, la exposición al sol aumenta la liberación en el cerebro de una hormona llamada serotonina, que mejora nuestro estado de ánimo y nos ayuda a sentirnos tranquilos y concentrados. Diferentes estudios muestran que tenemos niveles más altos de serotonina en los días despejados en comparación con los días nublados y grises. Además, hay investigaciones que sugieren que la luz solar directa puede producir endorfinas, que también crean una sensación de bienestar.
La luz solar reduce directamente la presión arterial. Científicos de la Universidad de Edimburgo, Escocia, demostraron que exponer tu brazo a solo 20 minutos de luz solar es suficiente para aumentar la producción de óxido nítrico en la piel, lo que a su vez hace que los vasos sanguíneos se dilaten, bajando así la presión arterial.
- Desventajas y riesgos de la exposición al sol
Sin embargo, la exposición excesiva al sol puede causar quemaduras dolorosas que a su vez dañan las células de la piel y aumentan el riesgo de cáncer. La radiación UV acelera el proceso de envejecimiento de la piel, causando arrugas, manchas oscuras y pérdida de elasticidad. Además, el daño repetido por los rayos UV es una de las principales causas de cáncer de piel, incluyendo el melanoma, una forma potencialmente mortal de cáncer.
- Pautas de seguridad
Aplica un protector solar de amplio espectro con un factor de protección solar (FPS) de al menos 30. Vuélvetelo a dar cada dos horas y después de nadar o sudar.
Usa ropa que cubra la mayor parte de tu piel, incluyendo sombreros de ala ancha y gafas de sol con protección UV.
Evitar las horas pico: evita la exposición al sol entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, cuando la radiación UV es más intensa.
Permanece bajo sombra siempre que sea posible durante las horas más intensas del día.
La cantidad de sol necesaria para producir la vitamina D ideal varía según el tipo de piel, la ubicación geográfica y la sensibilidad individual. Las personas con piel clara pueden necesitar solo 10 minutos de exposición, mientras que aquellas con piel más oscura pueden requerir hasta 45 minutos.
- Tendencias peligrosas en redes sociales: el callo solar
En las redes sociales ha surgido una tendencia conocida como "callo solar". Esta práctica consiste en exponerse al sol de manera prolongada y repetida con el objetivo de desarrollar una resistencia o "callo" en la piel que supuestamente evitaría futuras quemaduras solares. Sin embargo, esta tendencia es extremadamente perjudicial para la salud de la piel.
El callo solar promueve una exposición excesiva y sin protección a los rayos UV, lo cual puede causar daños acumulativos en la piel. Esta práctica aumenta significativamente el riesgo de quemaduras solares severas, envejecimiento prematuro y cáncer de piel, incluyendo el melanoma, una de las formas más peligrosas de cáncer de piel. Es crucial desmentir esta tendencia y educar sobre los verdaderos efectos del sol en la piel.
- Hidratación: clave para la salud en verano
La hidratación es esencial, especialmente en verano, para mantener las funciones corporales óptimas. El calor incrementa la pérdida de líquidos a través del sudor, lo que puede llevar a deshidratación si no se reponen adecuadamente.
Para mantenerse hidratado, se recomienda beber al menos 2 litros de agua al día, incrementando la cantidad según las necesidades individuales y el nivel de actividad física. Las personas muy activas o expuestas al calor extremo pueden necesitar más. Además de beber agua, consumir frutas y verduras ricas en agua, como sandía, melón, pepino y apio, puede ayudar a mantener la hidratación.
Es crucial reconocer los síntomas de la deshidratación, que incluyen sed intensa, boca seca, orina oscura, fatiga, mareos y confusión. La deshidratación severa puede causar síntomas más graves, como taquicardia y desmayos. En casos de deshidratación severa, puede ser necesaria la rehidratación intravenosa en un entorno médico.
Como medida de precaución adicional, es importante consultar a un médico para obtener pautas específicas adaptadas a las necesidades de tu cuerpo. Un seguro de salud te ayudará a tomar las precauciones adecuadas y, en caso de que surja algún problema posteriormente, permitirá tomar las acciones necesarias para eliminar o minimizar sus consecuencias.
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