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Despedidas con alma: Culturas que transforman el adiós

Escrito por MMT Seguros | 16 / julio / 2025

Cuando hablamos de la muerte, solemos pensar en silencio, luto y lágrimas. Sin embargo, no todas las culturas del mundo la viven así. Para muchos pueblos, despedirse de alguien es también una forma de celebrar su vida, agradecer su paso por el mundo y mantenerlo presente de forma luminosa. Ya habíamos hablado de los orígenes de los rituales funerarios: de los neadentarles a Roma, y ahora damos otra pequeña vuelta al planeta a través de otros rituales fúnebres sorprendentes, poéticos y, a veces, incluso alegres. Porque morir también es vivir... en el recuerdo.

1. Ghana: ataúdes a medida y celebraciones con música

En Ghana, los funerales son coloridos, musicales y profundamente personales. Aquí no se entierran a los muertos en simples cajas de madera, sino en ataúdes con forma de pez, avión, zapato o botella de refresco, según la vida, la profesión o el carácter del fallecido.

Un pescador puede ser enterrado en un ataúd con forma de pez gigante; un conductor, en un coche; un músico, en un micrófono. Lo llaman “fantasy coffins” y no es un chiste: es su manera de rendir homenaje a quien se fue. Y sí, hay bailes, tambores, e incluso sonrisas entre lágrimas.

2. México: la vida sigue (y se celebra) en el Día de Muertos

Pocas culturas han hecho de la muerte una expresión tan alegre como México con su famoso Día de los Muertos. Cada 1 y 2 de noviembre, los cementerios se llenan de flores, velas, comida y música. Las familias montan altares con fotos, objetos personales y platillos preferidos de quienes ya no están.

No se trata de un funeral tardío, sino de una fiesta para honrar a los que vivieron. Los muertos “regresan” simbólicamente una vez al año, y se les recibe con afecto y gratitud. Aquí, la muerte no borra los vínculos: los transforma.

3. Madagascar: volver a abrazar a los que se fueron

En Madagascar, entre algunos pueblos, existe un ritual llamado famadihana, o “el giro de los huesos”. Cada varios años, las familias desentierran los restos de sus antepasados, los envuelven en telas nuevas, bailan con ellos y los vuelven a enterrar con cantos y festejos.

Lejos de lo macabro, esta tradición se vive como una forma de reunión familiar. Se cree que los muertos siguen influyendo en la vida de los vivos, y mantener el vínculo es una muestra de respeto, no de miedo.

4. Japón: minimalismo, silencio y belleza

En el otro extremo del colorido mexicano, encontramos la delicadeza japonesa. En Japón, los funerales suelen ser sobrios, silenciosos y muy simbólicos. La mayoría de las personas son incineradas y sus cenizas se depositan en urnas que se colocan en columbarios o tumbas familiares.

Durante el velatorio, los asistentes dejan flores y queman incienso. Hay un profundo respeto por la transitoriedad de la vida, una idea muy presente en la cultura japonesa (como en la flor del cerezo, que es bella... pero efímera). El silencio también puede ser una forma de amor.

5. Indonesia: convivir con los muertos

En algunas regiones de Indonesia, especialmente en Tana Toraja (Sulawesi), la muerte no significa una separación inmediata. El cuerpo del fallecido puede permanecer días, semanas o incluso meses en casa, cuidado, vestido y acompañado por la familia, que lo considera “enfermo” hasta que llega el funeral.

Estos funerales no son sencillos: son eventos comunitarios de varios días, con ofrendas, sacrificios de animales y mucha preparación. Años después, en la ceremonia del Ma’nene, se vuelve a vestir y sacar al difunto, limpiando su cuerpo y compartiendo con él un rato más. El vínculo no se rompe: simplemente cambia de forma.

¿Y nosotros? ¿Cómo queremos despedirnos?

En muchos países occidentales, especialmente en Europa, los funerales tradicionales están dando paso a nuevas formas de despedida: más íntimas, más personalizadas y, a veces, más ecológicas. Desde funerales civiles con música elegida por el fallecido hasta bosques donde en lugar de lápidas se plantan árboles, cada vez más personas desean que su despedida hable de cómo vivieron.

Y aunque la muerte sigue siendo un tabú para muchos, lo cierto es que pensar en ella con tiempo evita decisiones difíciles y urgencias emocionales. Por eso, servicios como el seguro de decesos siguen siendo, en la práctica, una herramienta útil: no solo por lo que cubren económicamente, sino porque liberan a las familias del peso logístico en un momento delicado. Preparar la despedida, por raro que suene, también es una forma de cuidar a los que se quedan.

Quizás este pequeño viaje sirva para recordar que la muerte no es siempre gris, ni debe vivirse con miedo. Cada cultura tiene su forma de hacer las paces con el adiós, de dejar ir... y de mantener vivo el recuerdo. Porque, al final, morir también es vivir. En la memoria, en el amor, en la historia compartida.