Panteón de Diego Santos. Cementerio de Pereiró (Vigo) Cortesía de Pablo Tomé Ferreiro.
Hay quien dice que los cementerios son los verdaderos archivos de la humanidad. Y razón no les falta: cada lápida encierra una historia, cada tumba refleja una época, y cada paseo por entre los cipreses es, en realidad, una lección de historia. No es de extrañar que existan libros como La vuelta al mundo en 80 cementerios, de Fernando Gómez Hernández, que invitan a recorrer el mundo a través de estos silenciosos espacios de memoria.
Lejos de ser lugares lúgubres, muchos cementerios han pasado a formar parte del imaginario colectivo como rincones de arte, espiritualidad y belleza. De hecho, los libros sobre cementerios se han convertido en una forma fascinante de descubrir tanto la historia de los cementerios como las costumbres de distintas culturas.
Estos libros no son simples catálogos de tumbas ilustres: son guías sentimentales por espacios de memoria donde el silencio tiene voz propia.
Muchos cementerios famosos han sido inmortalizados en libros, documentales y visitas guiadas. Uno de los más célebres es el Père-Lachaise en París. Allí descansan Jim Morrison, Edith Piaf y Oscar Wilde, entre otras muchas personalidades. Las lápidas no son solo monumentos funerarios: algunas están cubiertas de besos, otras decoradas con esculturas dignas de museo.
En Buenos Aires, el cementerio de la Recoleta es casi una ciudad en miniatura. Sus pasillos de mármol, sus mausoleos y la tumba de Evita Perón lo han convertido en un lugar icónico. Dicen que algunas familias, enemistadas en vida, pidieron ser enterradas en extremos opuestos del recinto.
En Londres, el cementerio de Highgate parece sacado de una novela gótica. La vegetación lo cubre todo y entre lápidas inclinadas se encuentra la tumba de Karl Marx. Algunas lápidas están parcialmente “devoradas” por los árboles, como si el bosque quisiera guardar sus secretos. Parece ser que es tan bonito que te cobran 19 libras por entrar.
En Japón, el cementerio de Okunoin es uno de los más espirituales del mundo, con más de 200.000 tumbas entre cedros milenarios. No todas son de personas: hay tumbas dedicadas a profesiones, empresas, y hasta objetos como agujas de coser. Allí, el arte funerario se mezcla con la espiritualidad cotidiana.
Y si hablamos de belleza, el cementerio marino de Sète, en el sur de Francia, tiene vistas al Mediterráneo y versos de Paul Valéry grabados en piedra. Un verdadero lugar de paz poética.
El arte funerario ha sido, desde siempre, una forma de expresión cultural. En muchos cementerios se conservan auténticas obras de arte: vitrales que tamizan la luz como en una catedral, esculturas de ángeles, relieves florales y escenas talladas con gran detalle. En el mundo occidental, la ornamentación barroca solía reflejar estatus social, mientras que, en culturas como la japonesa, la sobriedad es un signo de respeto.
Visitar cementerios famosos es también una forma de recorrer la historia a cielo abierto. En España, el interés por estos espacios queda reflejado en el Concurso de Cementerios, que celebra ya su octava edición. Estos son los ganadores de 2024.
En Vigo encontramos un caso especialmente interesante. El arquitecto e ilustrador Pablo Tomé Ferreiro visitó el cementerio de Pereiró, y quedó impresionado por la riqueza artística de sus sepulturas y panteones. Fruto de aquella visita, se encuentra inmerso en la elaboración de un libro ilustrado que recogerá algunos de los ejemplos más representativos del patrimonio funerario del lugar. En su obra confluyen de forma natural su visión de arquitecto y una sensibilidad artística poco común, capaz de revelar no solo la precisión formal de cada estructura, sino también la emoción silenciosa que contienen las piedras.
Panteones del cementerio de Pereiró (Vigo) Cortesía de Pablo Tomé Ferreiro.
Muchos de los cementerios que aparecen en los libros esconden epitafios curiosos, conmovedores o incluso divertidos. Algunos solo dicen un nombre y una fecha. Otros encierran una historia entera en dos líneas:
“Aquí yace un hombre que vivió intensamente, aunque no siempre puntualmente.”
Y otros, en cambio, prefieren despedirse con una sonrisa o una última ironía. Como aquel que dejó grabado en su lápida:
“Te dije que me encontraba mal.”
Quizá por eso nos fascinan estos lugares: porque nos enfrentan, con honestidad, a lo que fuimos y a lo que dejamos atrás.
Puede que no todos acabemos en un cementerio célebre ni con una lápida esculpida por un artista. Pero sí podemos decidir, en vida, cómo queremos que nos recuerden. Contratar un seguro de decesos no es solo una forma de aliviar trámites y costes: es una manera de dejarlo todo bien organizado, con la tranquilidad de que los nuestros solo tendrán que preocuparse de lo más importante: despedirse.
En MMT Seguros creemos que cada historia merece un buen final, y no hablamos solo de lápidas bonitas o epitafios ingeniosos, hablamos de la calma de saber que con un seguro de decesos todo está en su sitio, incluso cuando ya no estamos.
Los cementerios, al fin y al cabo, no hablan solo de la muerte. Hablan de cómo vivimos… y de cómo elegimos ser recordados.
Imágenes cortesía de Pablo Tomé Ferreiro
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