Los productos químicos para eliminar gérmenes en el hogar tienen riesgos para la salud de las personas y deberían utilizarse con mucho cuidado.
Las personas encargadas de la limpieza del hogar están expuestas a agentes que pueden resultar nocivos para las vías respiratorias, tanto de asma como de bronquitis crónica.
El blanqueador del cloro es un irritante muy fuerte para los ojos y la piel. Y si se mezcla con otro producto de limpieza, como el amoníaco, se puede formar un peligroso gas de cloro que causa tos, falta de aliento, dolor de pecho, náuseas, etc.
El amoníaco por sí solo también se convierte en un agente potencialmente nocivo. Puede quemar la piel y dañar los ojos incluso puede originar la ceguera solo con el contacto.
Otros productos de limpieza, en apariencia muy inofensivos, incorporan a menudo diversos agentes tóxicos como el triclosán y triclocarbán. Lo contienen tanto el jabón para las manos, como el que se usa para lavar los platos, pero también la pasta de dientes y hasta los calcetines. Diversos estudios los asocian a desequilibrios hormonales. Lo peor es que estos productos químicos son persistentes en el ambiente.
Los sprays y limpiadores de baño contienen compuestos cuaternarios de armonio (“cuats”) y se asocian como inductores del asma ocupacional, así llamada por el hecho de que las sustancias que se encuentren en el lugar de trabajo provocan que se inflamen las vías respiratorias con sus episodios característicos de silbidos al respirar, una respiración fatigada, falta de aire en los pulmones y tos.
Hay que tener cuidado también con ciertos textiles, plásticos, envoltorios que contengan nano-plata. De esta manera, todos estos productos poseen las propiedades antibacterianas naturales del metal de plata, pero las partículas nano-plata pueden ser asimiladas por el cuerpo humano y ser muy perjudiciales para el hígado y el cerebro.
Para reducir el uso de productos peligrosos en la limpieza del hogar podemos:
1º) Antes de comprar deberíamos preguntarnos: ¿realmente lo necesito?.
2º) Usar siempre la mínima cantidad de producto. Controlar las cantidades de todos los productos que se utilizan reduce entre un 10% y un 20% su uso.
3º) Leer atentamente la etiqueta.
4º) Nunca debemos mezclar productos (lejía y amoníaco, lejía y desinfectante WC, etc.), pues podemos correr riesgos de intoxicación.
5º) Usar detergentes sin fosfatos.
6º) Recuerda que los detergentes deben ser obligatoriamente en un 90% biodegradables. No obstante, ese margen del 10% sigue siendo perjudicial para el medio ambiente. Se pueden buscar otras alternativas, como productos naturales.
7º) No utilices aerosoles con propelentes que afecten a la capa de ozono.
8º) Adquiere productos con envases reciclables.
9º) Recuerda “No es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia”.
10º) Utiliza recetas naturales menos agresivas y tóxicas. Con agua, vinagre y jabón suave se limpia perfectamente toda la casa. El esparto sigue siendo un buen estropajo.
11º) Utiliza productos de limpieza ecológicos.
12º) Recuerda que en el mercado puedes encontrar bayetas, detergentes y bolsas de basura (por ejemplo) que son reciclables y con los cuales no se daña el medio ambiente.
13º) Utiliza bolsas de basura de plástico reciclado o bolsas compostables fabricadas con almidón de maíz en vez de plástico.
En este enlace podrás ver varias maneras de hacer tus propios productos de limpieza.
Podemos acabar diciendo que es perjudicial esa obsesión por tener la casa perfecta y totalmente desinfectada y limpia si para ello buscamos productos químicos fuertes. Es mucho mejor utilizar el sentido común y productos que ni dañen el medio ambiente ni a las personas.
En los últimos años se ha empezado a hablar también del problema de los microplásticos que se generan con ciertos productos de limpieza, especialmente los que contienen pequeñas partículas abrasivas. Aunque muchas veces no se mencionan en el etiquetado, estas micropartículas terminan en los ríos y océanos, afectando a la fauna marina y entrando en la cadena alimentaria humana.
Otro aspecto preocupante son los perfumes sintéticos que se añaden a muchos limpiadores con la intención de dejar “olor a limpio”. Sin embargo, estos perfumes contienen ftalatos y otros compuestos volátiles que pueden causar dolores de cabeza, irritación de ojos y reacciones alérgicas. Además, estos compuestos no siempre están especificados en las etiquetas, ya que pueden formar parte de la categoría genérica de “fragancia”.
La limpieza excesiva con productos bactericidas puede alterar también el microbioma del hogar: ese conjunto de microorganismos beneficiosos que coexisten con nosotros y que, en condiciones normales, no representan un riesgo para la salud. Eliminar indiscriminadamente todas las bacterias no siempre es lo más saludable.
Muchas personas limpian en espacios cerrados sin una adecuada ventilación, lo que puede aumentar la exposición a sustancias como los COV (Compuestos Orgánicos Volátiles), presentes en lejías, desinfectantes, abrillantadores o ambientadores. A largo plazo, la exposición continua a estos vapores puede afectar al sistema nervioso y al hígado.